sábado, 8 de octubre de 2011

3. Indómitos

Educadores. Apuntes para pensar el oficio en contextos de encierro

 

indómito, ta (adj): 1.No domado / 2.Que no se puede o no se deja domar /

  3. Difícil de dominar o someter. Aplícase al animal, al carácter, a la tierra.

Y por qué no, también, a algunos compañeros.

Después de publicar el libro El corral de la infancia, Graciela Montes escribió otro con un título mucho más esperanzador: La frontera indómita, en donde reflexiona acerca del arte y la creatividad como herramientas de cambio, de transformación. La "frontera" a la que hace referencia es el espacio de la ficción, del juego y de la creatividad, una zona con reglas propias (distintas a las de la realidad) que nos permite vivir por un rato en una existencia diferente y nos posibilita el retorno a la cotidianidad de una manera nueva. Algunos hechos culturales como ciertas prácticas educativas nos alejan de la domesticación, nos despabilan y nos conceden el ensanchamiento de esa frontera.

Siempre habla de la lectura, de la literatura, pero en verdad está hablando de una concepción determinada de la educación. Hay un artículo que publicó el Ministerio de Nación hace un par de años, "La gran ocasión", en donde explícitamente remarca la función que tiene la escuela en la promoción de la lectura y la imaginación. La escuela no puede ni debe desentenderse de la responsabilidad que tiene en la formación de lectores, es decir (siguiendo la línea de pensamiento que propone), en la formación de sujetos críticos, que cuestionen su historia. Los maestros no estamos para transmitir contenidos prefabricados ni para dejar todo como está. "Un maestro con un horizonte más amplio, con intereses y curiosidades más amplias, va a ser un mejor maestro y, además, va a encontrar su lugar, un lugar de importancia, en esta sociedad. Un maestro "automático", funcional, sin preguntas ni perplejidades, sin lecturas, no va a poder ocupa ese lugar. Su voz va a resultar chata, sin resonancias". Tenemos definitivamente que asumir que nuestro rol es el de acompañar a otros en la construcción de sus propios saberes, de su mirada de mundo, en la re-creación de la historia.



Nunca un lector (nunca un estudiante) es pasivo. Los docentes debemos dar la ocasión de que esta forma de aprender a aprender fluya en nuestras aulas; no es una propuesta que podemos o no tomar, no es una opción: es nuestra responsabilidad: "que la escuela se asuma como la gran ocasión para que todos los que vivimos en este país –cualquiera sea nuestra edad, nuestra condición, nuestra circunstancia…– lleguemos a ser lectores plenos, poderosos. La lectura no es algo de lo que la escuela pueda desentenderse". Si no la asumimos, lo único que hacemos es continuar poniendo ladrillos a una escuela (primaria o media, da igual) cada vez más alejada de los verdaderos protagonistas del hecho educativo. Hablar de inclusión no es "aprobar a todos" (como sostienen los retrógrados o pesimistas de siempre) sino garantizar un espacio de construcción colectiva y circulación democrática de la palabra, propiciar un clima de respeto y creatividad, de reflexión y debate. ¿Qué persona, alumno, profesor o estudiante puede resistirse a ello? Tal vez seamos pocos, pero tenemos miles de anécdotas que nos certifican.


Graciela Montes es una excelente escritora de literatura infantil puesta, en estos casos, a teorizar sobre el cruce entre literatura y escuela. Otros escritores, tan modernos ellos, suelen alejarse de la institución educativa, reniegan de ella, la critican (muchas veces con razón) esgrimiendo que censura la creatividad, reproduce discursos vacíos y ahuyenta a los alumnos. Graciela Montes, en cambio, sí critica la escuela, pero también elige apostar a ella, porque entiende que la escuela está viva. Y que no hay otra forma de enseñar que no sea construyendo aprendizajes significativos.


Tuve y tengo la suerte de compartir escuela con compañeros maravillosos, indóciles a la mediocridad, indoblegables frente a lo instituido y entrañablemente ingobernables. Docentes que no solamente aceptan el desafío de ampliar fronteras (propias, ajenas) sino que me demuestran, día a día, que la transformación es posible.  



6 comentarios:

  1. Es lindo. "Indóciles a la mediocridad", certera frase. Y qué difícil, pero siempre daremos esa lucha. Beso, compañera.

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  2. Excelente Ga. Gracias por compartirlo. Un placer aprender y enseñar a diario con una compañera como vos.

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  3. Me quedo con la misma frase que rescató Paulita...y con la imagen que llevo en mi cabeza de los "indóciles docentes" que han marcado mi formación, tanto académica como escolar. Yo pude tener la ocasión...y todos los días de mi vida me repito: si yo tuve la ocasión, la tienen que poder tener otros. Así que vamos pa delante, apostemos a la educación. Gracias por este bello texto.

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  4. (cómo extraño a Graciela!) querida, indómita fuiste y sos, y por suerte nos empapa a todxs, en la escuela suceden cosas maravillosas: cuando una las provoca y cuando una menos las espera y que hacen que no quiera jubilarme!!!
    gracias

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  5. Hola, Soy Luis tu excompañero de la et 8. Coincido. Nunca un estudiante es pasivo ni incluir es aprobar a todos. Y la docencia es eso, no. El desafío pelear contra el cada vez más difícil contexto en el que vivimos más allá de los logros o frustraciones que tenemos a diario. Luchar contra la mediocridad. Contra el no pensar que nos planta el sistema en el camino como un ombú de raíces tan profundas que muchas veces nos desaniman a seguir peleando al ver que cada nudo troncal (infinitos como cuentos borgianos) que cada vez que logramos cortarlo nos parece una victoria pírrica. Y luego vienen mas... y más... Pero hay que seguir, no darse por vencido. De eso se trata: lograr el cambio.
    Muy bueno tu blog. Te paso el mío. http://lsg291079.blogspot.com. EL MUNDO GIRA AL REVÉS. Beso, Luis.

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  6. Buenísimo... Leerte y compartir experiencias con vos me renueva, me da fuerzas, me alienta a buscar y construir mi rol docente desde un lugar, el lugar: el cuestionamiento, la lucha, la solidaridad y también,¿por qué no?, el disfrute. Realmente pasan cosas maravillosas en la escuela. Pero no son casuales, son una campana oponiendose al viento.

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